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ESPAÑA ABANDONA EUROVISIÓN POR LA PARTICIPACIÓN DE ISRAEL

ESPAÑA ABANDONA EUROVISIÓN POR LA PARTICIPACIÓN DE ISRAEL
'La de 2026 será la primera edición de Eurovisión en la que España no participe desde que debutó en el concurso musical en 1961'. Con esta contundente frase se anuncia un hito histórico que pone fin a casi 65 años de presencia ininterrumpida, un idilio que comenzó en la sexta edición del certamen con Conchita Bautista interpretando ‘Estando contigo’. La decisión, tomada por RTVE este jueves tras la Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), llega después de que los miembros de la organización aprobaran mantener a Israel en la competición del año próximo. A esta retirada española se suman, de forma coordinada, las de Países Bajos, Eslovenia e Irlanda, sumiendo al festival en su mayor crisis institucional. La desconexión se produce paradójicamente en un momento de renovado éxito doméstico del concurso. La creación del Benidorm Fest en 2022 como método de selección revitalizó el interés del público, especialmente el más joven, transformando la final eurovisiva en un acontecimiento televisivo masivo. La prueba más clara fue la edición de 2024, cuya retransmisión en TVE batió récords históricos con una cuota de pantalla del 50.1% y casi seis millones de espectadores, audiencia impulsada en parte por la propia polémica en torno a la participación israelí. Por ello, la retirada no responde a un desinterés popular, sino a una postura política firme. España, junto a otros países, había anunciado en septiembre que no participaría en Eurovisión 2026 si Israel lo hacía, una postura que mantuvo a pesar del anuncio israelí de un alto el fuego en Gaza en octubre, posteriormente incumplido. El distanciamiento tiene también un componente técnico y de confianza en el sistema. En la edición de 2025, Israel estuvo a punto de ganar gracias al televoto, lo que habría convertido al país en anfitrión al año siguiente. Inmediatamente después de que el representante israelí, Yuval Raphael, quedara en segunda posición, RTVE –junto a otras delegaciones– solicitó una auditoría del televoto español ante sospechas fundadas de manipulación a través de campañas organizadas en WhatsApp y redes sociales. En noviembre, la UER intentó contener la rebelión proponiendo un cambio drástico en las reglas de votación para huir de esas sospechas, sometiendo las nuevas medidas a votación en la Asamblea General. Sin embargo, la decisión final de la mayoría de los miembros de mantener a Israel en el concurso fue la gota que colmó el vaso, precipitando la retirada coordinada. Con este paso, España no solo abandona el escenario musical, sino también uno de los clubes más exclusivos de la competición: el ‘Big Five’. Creado en el año 2000, este grupo lo forman los cinco países que realizan la mayor contribución financiera a la UER –Francia, Reino Unido, Italia, Alemania y España– y que, a cambio, tienen el pase directo a la final garantizado cada año. No es la primera vez que un miembro abandona; Italia lo hizo durante trece años (de 1998 a 2010) y, a su regreso en 2011, fue readmitido automáticamente en el grupo. Este precedente deja abierta la puerta a un posible retorno español en el futuro, aunque de momento su ausencia en Viena, sede de la edición de 2026, será un vacío notable. La relación de España con Eurovisión ha sido una montaña rusa de emociones. Tras un debut discreto, vivió sus años dorados a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando el festival era una plataforma de lanzamiento internacional para los grandes nombres de la música española. La primera victoria llegó en 1968 con el inolvidable ‘La, la, la’ de Massiel, que llevó la celebración del certamen al Teatro Real de Madrid en 1969. Allí, Salomé logró un empate histórico a cuatro bandas con ‘Vivo cantando’, compartiendo el primer puesto con las representantes de Francia, Países Bajos y Reino Unido. En esa época, estrellas consagradas como Raphael –con ‘Hablemos del amor’ en 1967– o un joven Julio Iglesias –con ‘Gwendolyne’ en 1970– dieron prestigio a la participación española. El hito de Mocedades, que con ‘Eres tú’ (1973) alcanzó el segundo puesto y coló la canción en las listas estadounidenses, simboliza cómo Eurovisión impulsaba la proyección global de la música española. Sin embargo, la victoria se ha resistido desde entonces. Pese a momentos de gran popularidad y a la fidelidad inquebrantable de su audiencia, España no ha vuelto a organizar el certamen desde 1969. La retirada actual marca, por tanto, el punto más bajo en esta larga relación, eclipsando incluso la etapa de pobres resultados. Es también el golpe más duro para la propia Eurovisión, que afronta la edición de 2026 con la ausencia forzada de varios países históricos y una profunda crisis de legitimidad. La decisión española trasciende lo musical para instalarse en el terreno de la objeción política y la exigencia de integridad en el concurso, cerrando, al menos temporalmente, un capítulo fundamental en la historia del festival.